Últimamente vemos cada vez más en los supermercados, “pan de centeno”, “pan de espelta”, “pasta de trigo sarraceno”, etc. Y qué pensamos? Serán alimentos para celíacos, y no. Estos cereales contienen gluten y su uso se está poniendo de moda por los últimos datos obtenidos en investigaciones científicas sobre el trigo.
Sí, el trigo, algo que desde nuestros antepasados estamos tomando como base de nuestra alimentación, y que lo vemos de lo más natural, no tiene nada que ver con lo que nuestros ancestros tomaban.
El trigo actual ha sido modificado genéticamente (no se obtiene de forma natural como antes), han incluido proteínas nuevas en su estructura para ser más resistente a pesticidas y plagas, y así lograr una mayor producción a menor coste.
Los últimos estudios apuntan que tras estas modificaciones genéticas, se obtienen unas proteínas diferentes llamadas inhibidores de la amilasa y la tripsina (ATI). Estos al igual que el gluten, producen una reacción inmune en el organismo, sin producir anticuerpos. Es decir, produce unos sintomas muy parecidos a los que produce el gluten sin ser la enfermedad celíaca. A esto se le llama sensibilidad al gluten no celíaca y los síntomas que producen son hinchazón abdominal, diarrea, dolor de cabeza fatiga, etc. Os suena?
Pero aún hay más. Los últimos estudios sugieren que no solo se produce el efecto a nivel gastrointestinal, sino que la inflamación puede producirse en ganglios linfáticos, riñones y cerebro.
Se cree que la inflamación producida por el trigo puede provocar la aparición de enfermedades crónicas y autoinmunes y empeorar su pronóstico.
Por otro lado, se conoce que el trigo transgénico, el que consumimos actualmente, contiene un péptido derivado de la digestión del gluten, llamado glúteomorfina. Es una molécula grande que puede atravesar la membrana hematoencefalica cuando el intestino es permeable, como en el caso de la celiaquía o de alteraciones en la membrana intestinal, actuando en el cerebro sobre receptores opiáceos. Provoca los efectos parecidos a una droga, como la morfina. Produce placer, de ahí que cuando uno se siente mal, tiene ansiedad, está cansado, elija alimentos que incluyen trigo. Galletas, bollos, bocadillos, pasta... un solomillo o algo de marisco puede estar entre nuestros platos favoritos, pero en momentos así está claro, preferimos el trigo porque nos da placer y nos calmará.
De hecho, cuando se reduce el trigo o se elimina, como cuando comenzamos una dieta, sentimos síntomas de abstinencia: mareo, dolor de cabeza, cansancio, irritabilidad... Seguro que muchos de vosotros os sentís identificados con esto. Somos trigo-adictos!
Se ha visto que suministrando medicamentos que bloquean los efectos de las drogas y de medicamentos opiáceos, se reduce la ansiedad y el poder adictivo por alimentos que contienen trigo.
Pero la pregunta habitual será, y si el trigo es integral? Lo primero saber que no siempre que nos indican que es integral, lo es 100%. Y lo más importante, el trigo es trigo, ya sea integral o refinado produce los mismos efectos.
Yo optaría por otro tipo de harinas, que no importan que contengan gluten si no somos celíacos. Pero son más naturales y no están alteradas genéticamente porque su producción es pequeña y controlada. Por ejemplo la harina de espelta, de centeno, de trigo sarraceno, de quinoa.
Pero no hay que ser radicales, si un día me como una pasta o una pizza no pasa nada, un día de vez en cuando no hace daño a nadie. Lo importante es reducirlo de nuestro día a día y cambiarlo por otros granos de mejor calidad.
Y algo que pensará mucha gente es, “me quito el gluten y así menos riesgo”. Y NO se debe llevar una dieta libre de gluten si uno no es celíaco. Un tema de actualidad que os trataré más adelante en otro post
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